A cada uno se le ha asignado una obra, y nadie puede reemplazarlo. Cada uno tiene una misión de maravillosa importancia, que no puede descuidar o ignorar, pues su cumplimiento implica el bienestar de algún alma, y su descuido el infortunio de alguien por quien Cristo murió.
Dedicar mis talentos, recursos y tiempo al servicio del Reino, organizándolos con sabiduría dentro de los ámbitos del trabajo, la familia y la iglesia. Mi compromiso es vivir una vida consagrada, donde cada acción sea una expresión coherente de mi fe, y cada responsabilidad asumida sea una oportunidad para honrar a Dios y edificar a su pueblo.
Con la ayuda de Dios, aspiro a concluir el próximo año la Licenciatura en Teología en la UM Virtual, graduándome con excelencia académica y espiritual. Mi anhelo es convertirme en un líder confiable, franco y asertivo, capaz de compartir las verdades eternas de la Palabra de Dios con fidelidad, claridad y pasión, proclamando a Cristo como centro de toda doctrina y esperanza.
Como creyente y futuro ministro del evangelio, me esfuerzo por cultivar y reflejar en mi vida los siguientes principios, que considero pilares fundamentales de una cosmovisión cristiana madura:
Amor: porque es la esencia del carácter de Dios y la base de toda relación significativa.
Honestidad: porque la verdad nos hace libres y honra a Aquel que es la Verdad.
Respeto: porque todos han sido creados a imagen de Dios y merecen dignidad.
Paciencia: porque el crecimiento espiritual y la redención toman tiempo.
Integridad: porque ser coherente en lo público y en lo privado da testimonio de Cristo.
Sacrificio: porque seguir a Jesús implica negarse a uno mismo por amor al prójimo.
Gratitud: porque todo lo que tengo es don inmerecido de Dios.
Humildad: porque reconozco que sin Él nada soy.
Tolerancia: porque el amor genuino se expresa también en la comprensión del otro.
Responsabilidad: porque he sido llamado a administrar bien los dones que Dios me ha confiado.