Cada acto, cada palabra, es una semilla que llevará fruto. Cada acto de bondad bien pensado, de obediencia o de abnegación, se reproducirá en otros y por medio de ellos aun en otros, así como cada acto de envidia, malicia o disensión es una semilla que brotará en raíz de amargura de la cual muchos recibirán daño.